20 de septiembre de 2010
Muchos soñadores desarrollaron áreas nobles de su inteligencia, áreas que todos tienen condiciones para desarrollar. Atravesaron turbulencias casi insuperables. Soportaron presiones que pocos tolerarían. Vivieron días de ansiedad, se sintieron pequeños antes los obstáculos.
Tenían todos los motivos para renunciar a sus sueños y, en ciertos momentos, hasta a la propia vida. Pero no renunciaron. ¿Cuáles fueron sus secretos?
Hicieron de la vida una aventura. No los atrapó la rutina.
Tuvieron una visión panorámica de la existencia incluso cuando el cielo se nublaba. Fueron emprendedores, estrategas, persuasivos, amigos del optimismo. Fueron sociables, observadores, analíticos, críticos.
Hicieron elecciones, trazaron metas y las ejecutaron con paciencia. La paciencia es el diamante de la personalidad.
No midas a un ser humano por su poder político y financiero. Mídelo por la grandeza de sus sueños y su paciencia para llevarlos a cabo. Pero la paciencia necesita del coraje para correr riesgos. El que se deja dominar por los riesgos y los peligros de las jornadas no tiene resistencia emocional. Retrocede pronto. ¿Tú tienes esa resistencia?
Los que convitieron sus sueños realidad eran personas que no aceptaban ni los problemas sociales ni sus defectos psíquicos.
Sus sueños se volvieron realidad porque contaban con un combustible emocional que jamás se apagó. La pasión por la vida, el amor por la humanidad. El que vive para sí mismo no tiene raíces internas.
(Augusto Cury)
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